Julian Assange bajó este miércoles del jet privado que lo depositó en Canberra, Australia, y mientras volvía a pisar su tierra natal levantó su puño derecho, en lo que constituyó la postal final de la odisea de 14 años que arrastraba desde que en el lejano julio de 2010 decidió difundir documentos militares estadounidenses filtrados que revelaban atropellos y violaciones de las leyes de la guerra hechas por las fuerzas armadas enviadas por Washington a Afganistán, Irak y otros destinos.
El fundador de WikiLeaks -la plataforma utilizada para filtrar los documentos- llegó a Australia como hombre libre después de alcanzar un acuerdo con la justicia de Estados Unidos que lo dejó en esa condición a cambio de declararse culpable de revelar secretos de defensa.
“Tras casi 14 años de detención arbitraria en Reino Unido, y 5 años en una prisión de máxima seguridad por su trabajo innovador, Julian Assange ha regresado a casa en Australia”, confirmó WikiLeaks en su cuenta de X.
El paso previo para que el activista gozara de esta libertad había ocurrido horas antes en las cercanas Islas Marianas del Norte, un territorio estadounidense en el Pacífico Sur en el que Assange pudo presentarse ante una jueza para cumplir la formalidad judicial.
“Puede salir de esta sala del tribunal como un hombre libre”, dijo la jueza Ramona Manglona al final de una audiencia rápida en el tribunal federal de Estados Unidos en Saipan, Islas Marianas del Norte.
Assange, que llegó al aeropuerto de Canberra vitoreado a la distancia por un grupo de simpatizantes y vestido con el mismo traje y corbata que usó durante su comparecencia ante el tribunal en Saipan, abrazó a su esposa Stella Assange y a su padre John Shipton, que lo esperaban en la pista.
“Describió su aterrizaje aquí en nuestra capital nacional, Canberra, como un momento surrealista y feliz”, dijo el primer ministro Anthony Albanese a los periodistas en el Parlamento, recogió la agencia de noticias AP en su portal público de internet.
“Esta tarde tuve una conversación muy afectuosa con él. Fue muy generoso al elogiar los esfuerzos del gobierno australiano”, agregó.
Stella Assange anunció que su marido “necesita tiempo y recuperarse” para “acostumbrarse a la libertad” y pidió “espacio y privacidad” antes de “hablar de nuevo” en público, lo que desautorizó las especulaciones respecto de que Julian podría brindar una conferencia de prensa en breve.
“Julian quería estar aquí hoy, pero me ha pedido que lo haga yo. Tienen que entender por lo que ha pasado. Necesita tiempo, necesita recuperarse y esto es un proceso”, afirmó Stella en una rueda de prensa en un hotel de Camberra, en la que indicó que su esposo necesita “volver a acostumbrarse a la libertad”.
Assange estuvo acompañado en los vuelos por el embajador de Australia en Estados Unidos, Kevin Rudd, y el alto comisionado en el Reino Unido, Stephen Smith, quienes desempeñaron papeles clave en las negociaciones de su libertad con Londres y Washington.
Albanese dijo al Parlamento que la libertad de Assange, después de pasar cinco años en una prisión británica luchando contra la extradición a Estados Unidos, fue el resultado del “trabajo cuidadoso, paciente y decidido” de su gobierno.
La abogada de Assange, Jennifer Robinson, agradeció a Albanese “por su habilidad como estadista, su liderazgo basado en principios y su diplomacia, que hicieron posible este resultado”.
No está claro adónde irá Assange desde Canberra y cuáles son sus planes futuros.
Otro de los abogados de Julian Assange, Barry Pollack, esperaba que su cliente continuara haciendo campaña abiertamente.
“El trabajo de WikiLeaks continuará y el señor Assange, no tengo ninguna duda, será una fuerza continua por la libertad de expresión y la transparencia en el gobierno”, dijo Pollack a los periodistas.
El padre de Assange dijo antes de la llegada de su hijo que esperaba que el reconocido editor de Internet regresara a la “gran belleza de la vida ordinaria”.
“Podrá pasar tiempo de calidad con su esposa y sus dos hijos, podrá caminar por la playa y sentir la arena en los dedos de los pies en invierno, ese agradable frío”, dijo Shipton a Australian Broadcasting Corp.
El acuerdo de culpabilidad exigía que Assange admitiera su culpabilidad por un solo delito grave, pero también le permitía regresar a Australia sin pasar tiempo en una prisión estadounidense.
El juez lo condenó a los cinco años que ya había pasado tras las rejas en el Reino Unido luchando contra la extradición a los EEUU por una acusación conforme a la Ley de Espionaje que podría haber acarreado una larga pena de prisión en caso de una condena. Antes estuvo refugiado durante siete años en la Embajada de Ecuador en Londres.
Los fiscales alegaron que Assange se asoció con la exanalista de inteligencia del ejército Chelsea Manning para obtener los registros, incluso conspirando para descifrar la contraseña de una computadora del Departamento de Defensa, y los publicó sin tener en cuenta la seguridad nacional estadounidense.