Azorados, exmaestros y compañeros de colegio de Tyler Robinson en Washington, la pequeña localidad de 8 mil habitantes donde creció el asesino de Charlie Kirk, no salen de su estupor. Cuentan de su pasión por videojuegos (Call of Duty y Halo), y por los autos. «Era el estudiante ideal, el tipo de persona que todos querrían en su clase», repiten. Leer más