Un huracán lujurioso y temible que demuestra la posibilidad de encauzar la furia y la violencia contenidas en el lenguaje para poder sobrevivir a realidades hostiles. Eso es el cubano Pedro Juan Gutiérrez, quien demuestra que lo lacerante de la vida y sus circunstancias no se encuentra alejado de las posibilidades sensuales –no pocas veces analgésicas– de la materia: en este mundo espantoso se sufre, pero por fortuna también se suda y se goza. Y es en medio de esta insondable y dolorosa ambigüedad que fatigamos nuestros soles con sus sombras. Leer más

